domingo, 12 de febrero de 2012

Cristiano quiere esta Liga

Salvo hecatombe, al Madrid ya no hay quien lo pare en su carrera hacia el campeonato. Se gusta, gana, golea y anima el cotarro de remontada en remontada. Pone chispa a los partidos con graves despistes defensivos pero luego avasalla porque combina bien, es vertiginoso, lo remata todo y Cristiano Ronaldo es un delantero voraz, desbordante en todas las facetas. No le había marcado todavía al Levante pero firmó un ‘hat trick’ que dejó en anécdota el gol inicial de Cabral. Lo celebró con un abrazo a Mourinho que se convirtió en piña colectiva junto al banquillo escenificando el preludio del título. El duelo tuvo un dominador indiscutible pero quedó marcado por el penalti y la expulsión de Iborra cuando agonizaba el primer período y los granotas todavía soñaban con la proeza.

De nuevo, el choque entre Real Madrid y el batallador Levante dará que hablar. Porque el equipo más veterano de la Liga, curtido en mil batallas, no se arruga, porque Koné pone en aprietos a cualquier defenas y porque siempre hay polémica. Para empezar, un gol mal anulado a Benzema por fuera de juego. Luego, Ramos debió ser expulsado por propinarle una patada sin balón a Del Horno y al borde del descanso se produjo la jugada en la que el Levante se desarmó. Forcejeaban Iborra y el ‘Pipa’ por un balón elevado que le cayó en las manos al visitante. Voluntarias o no, fueron tan claras que Undiano no podía dejarlas pasar por alto. Penalti y segunda amarilla.

Los de Mourinho encauzaban un choque que ellos mismos se complicaron por un nuevo despiste a balón parado. Con todos fríos, Farinós lanzó una falta lateral que remató a placer el central argentino Cabral en el segundo palo. Ramos metió un brazo innecesario que provocó la infracción, luego no fue contundente en el despeje, ya que apenas peinó el balón, y Arbeloa se despistó para enfado mayúsculo de Mourinho. Un grave error que enfadó sobremanera al portugués. Pese al 0-1, a la buena defensa valenciana y algún susto en aisladas contras bien llevadas por el delantero marfileño, un lujo para el equipo revelación, en el Bernabéu no había angustia. La afición blanca está vacunada y sabe que su equipo exhibe un gen ganador que adorna solo a los campeones.

Se despistó atrás y fue un grupo demasiado largo, pero había gustado el Madrid en el primer tiempo. Con todos los jugones, a excepción de Kaká, las combinaciones en ataque se hacen vertiginosas. Y siempre pasan por el mago Özil, quien firmó un pase maravilloso que dejó en evidencia a Coentrao. Le metió un balón con el empeine exterior y el portugués, bastante limitado, no supo ni anticiparse, ni pararlo, ni rematarlo. Granero también estuvo sublime hoy e hizo algo que nadie hasta ahora había conseguido: brillar más en el centro del campo que Xabi Alonso. Aportó dinamismo y provocó superioridad en la frontal rival.

Tras el descanso, el Madrid fue un vendaval que transformó en polvo el muro que trató de construir el técnico levantino. Cristiano se colgó en el aire para darle la vuelta al partido tras buena jugada de Higuaín y aseguró la victoria con un obús desde fuera del área. De esos disparos ‘made in Madeira’ que suben, bajan, cambian de trayectoria y descerrajan cualquier portería. Supuso el gol 4.000 de los merengues en Chamartín. Koné encontró premio a su encomiable esfuerzo con un buen cabezazo que, lejos de generar incertidumbre, aumentó el hambre del Madrid. Quedaban el bello gol de Benzema, que se abrió hacia la derecha para encontrar ángulo y clavarla de rosca. La afición lo festejó con gritos a favor de Mourinho y contrarios a una final de Copa en el Bernabéu. Con diez puntos de ventaja sobre el Barça, la Liga está más cerca para los blancos.