lunes, 11 de agosto de 2014

DIEGO, PORTERO Y PROFESIONAL COMO POCOS

Voy a intentar ser lo más aséptico posible en estas líneas y voy a tratar de enjuiciar, por llamarlo de alguna forma, el paso –segundo paso- de Diego López por el Real Madrid. No pretendo entrar en guerra de trincheras ni en debates absurdos con Iker Casillas. Cada cual tiene lo suyo según sus méritos y trabajo después de años. Casillas tiene la gloria, merecidísima tras años de inmaculada trayectoria, y Diego López, con su trabajo, llegó para sustituir una baja por lesión y acabó arrebatando el puesto al Santo. Parcialmente.

Ya en 2007, con Fabio Capello al mando, Diego López estuvo más cerca que lejos de la titularidad en detrimento de Casillas, de nuevo. Su altura, su envergadura, sus reflejos, su juego con los pies y su seguridad en el juego aéreo, convencieron al técnico italiano durante la pretemporada de la que, a la postre, sería la ‘Liga de las remontadas’. Recuerdo que la gente por entonces ya se echaba las manos a la cabeza ante la posibilidad de Casillas fuera al banco. Pues no saben lo que les esperaba.

El caso es que ante este amago de protagonismo que rozó el gallego, Diego reflexionó y cayó en la cuenta de que tenía nivel para triunfar fuera del club de toda su vida (es canterano blanco). Lo consultó con sus más allegados y tomó la decisión de abandonar el Madrid en busca de la gloria lejos del Bernabéu. O quizás solo buscaba un equipo en el que pudiera jugar para demostrar que en partidos oficiales y no solo en entrenamientos podía ser mejor que el mejor portero del mundo.

Llegó con el cartel –fatal determinado- de ‘segundón’ al Villarreal. Y allí explotó como portero. Cinco años defendiendo la portería del submarino amarillo. Allí consiguió estabilidad y demostró su entrega y compromiso cuando, después de una temporada de ensueño en Liga donde el Villarreal consiguió el subcampeonato, el equipo descendió y Diego López permaneció en el club a pesar de las múltiples ofertas que recibió. Fue, además, uno de los pilares fundamentales para el regreso de los castellonenses a Primera.

Pero no quiero que esto se convierta en una biografía ni en un repaso a su carrera. Cinco años después, fichó por el Sevilla -donde fue suplente- para volver al Real Madrid en el mercado de invierno del 2013 como portero titular por la lesión en una mano de Iker Casillas en un lance con Arbeloa en Mestalla. Seguramente aquí comenzaría la mejor etapa profesional de Diego aunque quizás una de las más duras psicológicamente aunque siempre disimuló muy bien que no le afectaba la opinión pública: ni la positiva ni la negativa.

Por casualidades de la vida –nada de echarme flores- con la primera persona con la que habló Diego López tras llegar a Atocha procedente de la estación de Santa Justa (Sevilla), fue conmigo. Bueno, en realidad el primero fue García-Col, responsable de relaciones de la primera plantilla blanca y exjugador de baloncesto del club. El caso es que de lo poco que pudo decir aquel día Diego López, me confesó: “Aún no he hablado con Mourinho, no sé si me quiere de titular o de suplente de Adán, pero estoy contentísimo”.

Diego cumplió su objetivo: se fue para volver, y volvió. Y lo hizo con su mujer Iria casi de escolta y el carrito que portaba a su niña abriendo paso ante la prensa. De un día para otro, el cancerbero gallego volvía a estar en el foco. Y de qué manera. El Madrid se había gastado 4 millones de euros por el portero suplente del Sevilla que, para colmo, se había criado en el club. Presión añadida. Nada comparado con lo que quedaba por venir. Comenzó a jugar con la total confianza de Mourinho y lo hizo de forma muy notable. Tan solo recuerdo un medio fallo, en un gol de Riki en Riazor que entra por el palo de Diego. Pero nada dramático. Las turbulencias comenzarían pronto.


De hecho, en cuanto Casillas recibió el alta médica. En ese momento, todo el mundo daba por hecho que el de Móstoles volvería a la titularidad y el gallego pasaría al banco. Pero no. Quizás no jugó a su favor la guerra abierta que Mourinho mantenía con Iker y puede que aquí Diego López se viera en una encrucijada a la que nadie le había invitado. Iba a convertirse en un daño colateral de un conflicto personal que no iba con él.

Casillas ya estaba recuperado pero Mourinho siguió confiando en Diego, se había gando el puesto a base de sacrificio y trabajo y había conseguido lo impensable en el Madrid desde hacía 10 años: que Casillas pareciese sustituible y prescindible. Este hecho llevó esta guerra a los medios: pro Casillistas contra pro Mourinhistas. Enfrentamiento que en los medios alcanzó tal dimensión que se trasladó a los ciudadanos de a pie, que -¡cómo no!- acabó radicalizando un tema inventado para disfrutar: el fútbol. Aquí está la cuestión.

Los medios y la prensa siempre han influido según amistades. Esto funciona así desde que el periodismo es periodismo. Pero no solo en el deportivo, en el político igual. Los medios, antaño, eran los únicos que tenían voz y la opinión pública se creaba a partir de su subjetividad. Y la gente se creía lo que leía, veía y escuchaba. Pero este invento llamado Twitter, ha dado voz a todo el mundo. A todo: a periodistas, a empresarios, a albañiles, a carniceros y también a cobardes que se esconden tras el anonimato para insultar. Pero esto no viene al caso.

Decía que Twitter se ha convertido en un megatrampolín de opiniones. Y la gente no es tonta y nunca lo ha sido. Y se han dado cuenta de que a veces los medios quieren vender algo que no es. Y aquí comenzó el drama entre pro Casillistas y pro Mourinhistas. Cada uno movido por sus intereses llevaron el debate de la portería madridista hasta un punto de no retorno.

Y esto, por mucho que se quiera negar, dividió al madridismo. Existían los que querían echar a un entrenador que trajo mucha polémica al club, que en ocasiones manchó su imagen pero que también tuvo el valor de hablar claro y quitar caretas. No voy a valorar sus éxitos deportivos en el Real. Y, en el otro lado, también estaban los que se posicionaron al lado del míster luso y querían echar al mayor emblema del club desde que se fue Raúl y al que acusaban de filtrar información a la prensa. Así estaba el patio. Afición dividida, prensa dividida e incluso vestuario dividido. Y Diego en medio de todo.

Quizás el día en que Diego López comenzó a salir del Madrid fue el 13 de mayo del 2013 cuando Mourinho reconoció que “mientras yo sea entrenador del Madrid, va a jugar Diego. Iker no va a jugar. Es fácil”. La situación solo tenía una escapatoria. O salía el luso o salía de la forma más traumática posible Iker Casillas, con lo que esto hubiese conllevado. Por esto, el pecado de Diego López fue ser petición de Mourinho.


Comenzaba este artículo compartiendo mi intención de nombrar a Casillas lo menos posible, pero es difícil. Una vez Mourinho volvió al Chelsea y pasó el verano, las cosas se calmaron. Se suponía que cuando llegara un entrenador nuevo sin problemas personales con Casillas, el capitán del Madrid volvería a la portería blanca. Casi por decreto.

Y llegó Ancelotti, con un discurso conciliador y un carácter tranquilo que parece ir en contra de los extremos. Y algo debió ver en Diego o algo no debió ver en Casillas que, contra todo pronóstico, en la primera jornada de Liga, en el primer partido oficial de la temporada colocó al gallego de nuevo de titular. ¡BOOM! Volvió a saltar todo por los aires.

Dos semanas después, con Casillas aún suplente, Ancelotti tomó una decisión salomónica, algo que nadie recomendaba. Diego López jugaría en Liga mientras que Casillas sería titular en Copa del Rey y Champions. Esto es, un portero los fines de semana y otro, entre semana. Algo que no garantizaba la continuidad competitiva de un puesto tan importante como el del arquero. Pero Ancelotti se puso firme, advirtió que la decisión era inamovible y el debate cesó. Ya no había. Las cosas iban a ser así.

Y no le salió mal la jugada a Carletto. El Madrid dio la cara en la Liga casi hasta el final y ganó Copa y Champions. No se le recuerdan errores de bulto a ninguno de los dos porteros. Quizá a Diego el gol de Gabi en el Calderón y, sin duda, el fallo más grave de Iker fue en la final de la Champions. Una salida a destiempo –trauma que ha acompañado al de Móstoles durante toda su carrera- que casi cuesta la ‘Décima’ a los blancos de no ser por el milagroso gol de Ramos.

Fallo que se amortiguó por la consecución de la tan ansiada ‘Orejona’ pero que quedó en el subconsciente del madridista. Con Casillas ocurre que nadie le va a poder echar del Madrid y ojo, yo no quiero que le echen. Le ha dado tanto al club que sería injusto. Pero también es injusto tener que jugar por decreto cuando hay un compañero que está mejor. Los méritos del pasado no le van a devolver a Iker los reflejos, la flexibilidad, la potencia en el salto y quién sabe si la confianza que, a ojos de todos, ha perdido. Cuando Casillas deje el Madrid será por decisión propia.

Hizo un mal Mundial y ha suspendido en pretemporada mientras que Diego López ha estado entrenando duro para llegar a punto al inicio de la campaña. Según Vecchi, entrenador de porteros blanco, Diego es uno de los mejores guardametas de Europa. Las malas actuaciones de Casillas volvieron a abrir el debate, un debate que ya no quieren desde las oficinas de Concha Espina. Es por ello que los dirigentes blancos decidieron contratar a Keylor Navas como indirecta para que Iker o Diego dieran un paso al frente y uno de los dos abandonara el club. Pero ninguno lo hizo. Y como a Casillas no se le puede echar porque es el capitán y el símbolo y tampoco toma la decisión de irse, han tenido que forzar a Diego porque no van a tener a tres porteros de primer nivel en la plantilla. Si con dos hay problemas, imaginaos con un tercero en discordia que, además, está al nivel de los otros dos. De locos la que se puede montar.


Esto es una fórmula que, desde mi punto de vista, me parece errónea. Sin uno de los dos no se va a acabar el debate. El lío terminará cuando Casillas tome la decisión de salir por voluntad propia. Parece la única solución. Él es el foco de todo por lo que representa dentro del Madrid. Mientras él esté, y además siga fallando, las discrepancias sobre quién debe ocupar la portería continuarán aunque sea yo el segundo cancerbero.

Han forzado a Diego a irse, que va a salir al Milán, pero ahora el debate será Iker-Keylor. Es así. Dudo que hubiese tema de conversación si la pareja de porteros fuera Diego-Keylor. Pero bueno, yo creo que desde la planta noble del Bernabéu esperan que Casillas abandone el club si no este verano, el siguiente. Siempre por mutuo propio. Nadie le va a echar, repito.

El caso es que se ha cometido una injusticia deportiva pero, por lo menos, parece que no social. Todo el mundo es consciente de que Diego es un portero validísimo para el Madrid y, quizás, esta salida forzada no haga si no aumentar el reconocimiento ganado en el campo y la heroicidad de haber aguantado año y medio en estas condiciones. Medio país apoyándole y otra media esperando un leve fallo para pedir la vuelta del capitán de España. Qué difícil. Y qué pena.

Parece que con el trabajo diario no basta para triunfar al menos completamente. Diego incluso era alternativa clara para ir al Mundial a disputarle el puesto a Casillas tras la grave lesión de Víctor Valdés. Pero Del Bosque no quiso que el debate de los madridistas creciera y se convirtiera en el debate de toda España. Otra pena. Ir a un Mundial es el mayor regalo y recompensa para un futbolista. Y que me diga alguien si Diego no se merecía algo así. En fin.

Además de ejemplar en los entrenamientos y en el campo, Diego ha sido ejemplar ante la prensa. Nunca ha querido hablar del tema, nunca ha querido decir una palabra más alta que otra. Él estaba centrado en su trabajo, algo que le honra y que acrecienta su profesionalidad. Tiene el cariño de sus compañeros y él lo sabe

Suerte a Keylor Navas, porque si Iker no se va antes del 31 de agosto, esto, me da a mi, no va a quedar aquí. No digo que Casillas sea un problema, solo digo que Diego no lo es. En el día en el que se va a anunciar oficialmente su marcha al Milán, no queda otra que desearle toda la suerte del mundo en su nueva etapa en la capital italiana. Ojalá consiga éxitos en un coloso europeo como es el equipo ‘rossonero’ aunque, bien es cierto, venido a menos.


Se va Diego y lo hace con grandeza, sencillez y educación. “Solo puedo dar las gracias al Real Madrid. Me quedo con el respeto ganado. A veces una mirada vale más que mil palabras y lo he podido ver en el rostro de muchos en la despedida”. Más razón que un santo (y van sin segundas). Se va con el reconocimiento del Madrid y de España y aunque él ha intentado por primera vez levantar la voz –le dijo a los dirigentes blancos que él es mejor que Casillas y que ellos lo sabían- no hay vuelta atrás. Hay que darle las gracias por su tesón y por todo lo que ha aportado al fútbol español.

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